No pretender que los jóvenes se amoldaran a esos preceptos de la escuela, sino al contrario, tratar de entender que nos teníamos que acercar nosotros a sus características, a sus, esto que vos decís, las culturas juveniles. Las culturas juveniles tenían que entrar en la escuela juveniles, en ese plural, con esa diversidad.
Y es así que bueno, también nos habrás conocido en esto de probar. Siempre decíamos, ante esa situación de malestar, qué nos íbamos a quedar en la queja? la queja es conservadora. Entonces, ante la situación de malestar que no nos hacía bien ni a los docentes, ni claramente producía buenos resultados en los alumnos, era el intento, el intento hacia lo desconocido, a veces muy alocado. No te voy a mentir, a veces tan alocado que, creo que también te lo contamos, terminó en algún sumario a los que ocupaban en ese momento el equipo directivo, porque era como romper así, a los codazos, eso que que a veces nos quejamos del formato escolar, de que cada uno en su lugar.
Y bueno, es decir, hubo muchos intentos, muchos intentos de incorporar cuestiones, esos aspectos juveniles a la escuela desde lo musical, las formas de circular de los jóvenes en la escuela, los aspectos de la sexualidad y de la ESI, que también, no quiero ser poco humilde, pero digo, la verdad que nosotros empezamos a trabajar con perspectiva de ESI y de género, pero mucho antes de, no sé ni de la Ley Federal, ni de la Ley Nacional. Recuerdo talleres hasta, interesantísimos, Luana estuvo en la escuela cuando todavía no era tan tan famosa. Los pibes, no sé, haciéndole todo tipo de preguntas.
Recuerdo charlas en la dirección de los chicos de once o doce años que te venían y te decían porque yo soy bisexual. Frente a la chiquita, yo le decía perfecto, pero todavía tenemos tiempo para definirnos y ponernos así como una etiqueta, porque había todo una moda de que ya tempranamente se definían lesbianas, bisexuales; pero claramente los jóvenes percibieron que había un lugar de escucharlos, un lugar de escucharlos, de respeto hacia ellos.